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Testimonio de Maria Luisa Puglisi, AASC - Representante regional de Talitha Kum en Europa

Soy Luisa, hermana Adoratriz, italiana y vivo actualmente en Madrid. Conocí a las hermanas adoratrices en Roma cuando estudiaba en la Universidad. El tema de la trata de personas para mí fue materia de estudio que luego se convirtió en experiencia de vida con tantas mujeres, fue un largo camino. Desde el principio en la Congregación he vivido en comunidades compartiendo la vida con mujeres víctimas de trata, así que no es tanto una motivación sino una opción de vida en un carisma concreto, que nace para acompañar a mujeres víctimas de prostitución, trata y otras formas de exclusión y explotación.

¿Qué significa para ti trabajar contra la trata de personas en un contexto europeo? ¿Cuáles consideras que son los principales desafíos y oportunidades?

Vivimos en Europa, países de origen, tránsito y destino, por lo que es importante una coordinación, un trabajo en red, analizando las causas sociales, económicas, políticas de este fenómeno, que ya no es solo de algunos países.  Una red europea es una gran oportunidad, porque nos permite intercambiar experiencias, conocimientos, estrategias y colaboración.

Por favor, compártenos alguna anécdota, tu experiencia  con personas sobrevivientes de la trata o en situación de vulnerabilidad.

En tantos años son muchas, tengo presente una mujer que había sufrido tanto porque fue vendida por su propria familia, que luego pudo estudiar, formar una familia, casarse, tener hijos, sentirse integrada en un nuevo país, nueva cultura, nuevo idioma. Lo considero un gran esfuerzo personal, de resiliencia, de experimentar que la muerte no tiene la última palabra.... en definitiva esperar contra toda esperanza. Volver a confiar en si misma, en la vida. Cuántas veces he escuchado las mujeres decir “me siento sucia”, y poco a poco levantar la cabeza, y mirar de frente sin miedo.

¿Cuáles son las lecciones de vida que te ha dejado este servicio, y qué significa para ti ser parte de Talitha Kum?

El arte de la paciencia, de la escucha, de la confianza; el sentirnos parte de una grande familia. Cuánto se aprende sentándonos en la mesa seis, siete, ocho nacionalidades y a veces dos o tres continentes! Hay que hacer red, esto a solas no se puede.

Un mensaje conclusivo

Como decía nuestra Fundadora Santa Maria Micaela, “el mundo es para mí un sagrario”