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25 años después del Protocolo de Palermo

TALITHA KUM – Un compromiso basado en la fe para la prevención, la protección, la colaboración y la oración

Por la Hna. Abby Avelino, MM, Coordinadora Internacional de Talitha Kum. 10 de diciembre 2025.

 

Hace veinticinco años, la comunidad internacional adoptó el Protocolo de Palermo, un acuerdo histórico destinado a prevenir la trata de personas, proteger a las víctimas y sancionar a los responsables. Hoy, mientras celebramos este aniversario, reconocemos tanto los avances logrados como la dolorosa realidad que aún nos aguarda: la trata continúa extendiéndose por todo el mundo. Las cifras aumentan, pero los sistemas de protección y los mecanismos encargados de salvaguardar la dignidad de los más vulnerables encuentran dificultades para mantenerse al ritmo de estos desafíos.

Para Talitha Kum, una “red de redes” basada en la fe y presente en más de 100 países, este aniversario es un momento de reflexión y de compromiso renovado. Como hermanas y colaboradores que acompañamos a los sobrevivientes, trabajando en la prevención y promoviendo un cambio sistémico, somos testigos tanto de las profundas heridas causadas por la explotación como del poder transformador de la sanación, la comunidad y la esperanza.

 

Acompañar a los sobrevivientes: sanar a través de la confianza y la dignidad

Nuestra misión suele comenzar en un momento de profunda vulnerabilidad, cuando una víctima busca seguridad y la halla en la presencia compasiva de las hermanas. En todo el mundo, las comunidades de fe constituyen a menudo el primer refugio al que acuden las víctimas, pues allí encuentran confianza, dignidad y un corazón siempre dispuesto a escuchar.

El enfoque de Talitha Kum para acompañar a las personas sobrevivientes es holístico: emocional, psicológico, espiritual y práctico. Esto incluye el acceso a la atención médica, un entorno seguro y confiable, asistencia legal, educación y formación profesional. Sobre todo, incluye una presencia constante, acompañando a los sobrevivientes más allá de los momentos de crisis.

Una sobreviviente contó: «Cuando las hermanas creyeron en mí, volví a creer en mí misma. Me demostraron que mi historia no terminaba con lo que me había pasado». Sus palabras nos recuerdan que la curación comienza en el momento en que nos sentimos vistos y escuchados.

Una protección eficaz también significa valorar el liderazgo de los sobrevivientes. Sus voces contribuyen a definir mejores políticas, comunidades más seguras y programas de prevención más eficaces.

 

Prevención: abordar las causas fundamentales de la trata y reforzar la resiliencia

La trata de personas se inicia mucho antes de que se materialice un delito: tiene su origen en las vulnerabilidades causadas por la pobreza, los conflictos, los desplazamientos, la desigualdad de género, la discriminación y las migraciones inseguras.

Para Talitha Kum, la prevención es una actividad cotidiana que se desarrolla en parroquias, escuelas, centros para migrantes, refugios y aldeas rurales. A través de la educación y la sensibilización, fortalecemos la resiliencia de las familias, las mujeres y los jóvenes. El programa Jóvenes Embajadores de Talitha Kum y herramientas como la aplicación “Walking in Dignity” tienen como objetivo movilizar a los jóvenes para que protejan sus comunidades y se opongan a la explotación. La prevención también se extiende al mundo digital, donde cada vez es más frecuente el acoso y el reclutamiento. La promoción de la seguridad digital y del uso responsable de las plataformas en línea es hoy en día un elemento esencial de nuestra misión.

 

Redes y colaboraciones: una comunidad global de cuidado

Uno de los mayores puntos fuertes de Talitha Kum es su configurarse como una “red de redes”. A través de continentes y congregaciones, las hermanas y sus aliados coordinan esfuerzos con la sociedad civil, los gobiernos, los grupos dirigidos por sobrevivientes, los organismos eclesiásticos y las organizaciones internacionales, tejiendo un entramado de cooperación y solidaridad que fortalece la protección de los más vulnerables.

Estas alianzas nos permiten llegar a personas en lugares donde los sistemas formales no alcanzan: aldeas remotas, rutas migratorias, zonas de trabajo informal y comunidades afectadas por conflictos. Gracias a la colaboración, identificamos con rapidez los riesgos, coordinamos los retornos seguros y fortalecemos la promoción de los derechos a nivel local, nacional y global. La trata de personas es un fenómeno demasiado complejo como para ser abordado por una sola organización; las alianzas fundadas en la solidaridad y en la corresponsabilidad hacen posible nuestra misión.

 

Promover un cambio sistémico: hacia una economía del cuidado

Al considerar el legado del Protocolo de Palermo, comprendemos que las leyes por sí solas no son suficientes. La justicia debe estar arraigada en lo que el Papa Francisco ha definido como una “economía del cuidado”, una forma de organizar la sociedad y el trabajo que pone en el centro a las personas, no al beneficio económico.

Nuestra actividad de advocacy se centra en políticas que protejan a los migrantes, las mujeres, los niños, los refugiados y los trabajadores; cadenas de suministro transparentes; contratación ética; y el compromiso de que todos los que contribuyen a la explotación —no solo los traficantes, sino también quienes la apoyan o se benefician de ella— sean llevados ante la justicia. Instamos y animamos a los gobiernos a que refuercen la prevención y el apoyo a largo plazo, al tiempo que abordan las desigualdades estructurales que hacen posible la trata de personas.

 

La oración: el fundamento de nuestra misión

Para Talitha Kum, la oración no está separada de la acción, sino que la sustenta. La oración fortalece nuestra comunidad global, alimenta nuestra esperanza y nos recuerda la dignidad sagrada de cada persona. Nos une más allá de las fronteras y las culturas, basando nuestro trabajo en la compasión y la convicción de que la transformación es posible.

 

Un viaje de esperanza y dignidad

De cara al futuro, mi mensaje es sencillo: nuestro trabajo es un camino de esperanza y dignidad. La historia de cada sobreviviente brilla como ejemplo de resiliencia. Cada comunidad que permanece unida se convierte en un faro de protección. La colaboración y la oración nos sostienen, incluso cuando los desafíos parecen insuperables.

“Recorremos este camino con valentía porque creemos en la dignidad que Dios ha otorgado a cada persona. Cuando nos acompañamos mutuamente con compasión, justicia y oración, la esperanza se vuelve más fuerte que la explotación”.

Veinticinco años después del Protocolo de Palermo, que nuestro compromiso común nos conduzca hacia un mundo donde no haya lugar para la trata y en el que todas las personas puedan vivir con libertad y dignidad.